miércoles, 3 de julio de 2013

Recuerdo de septiembre

Septiembre tiene los días contados, eso ya lo sé,
pero esta vez yo contaré los días de septiembre


Así es septiembre. Septiembre tiene una hermosura incomparable y es de belleza poco común. Tiene  una cara fina y alargada, un cuerpo esbelto y con un talle de infinita gracia, mejillas rosas como el botón de una flor, un mentón pequeño pero muy bonito y pómulos delicadamente pronunciados.

Los ojos de septiembre siempre me parecieron únicos. Septiembre bien lo sabe y a veces le gusta lanzar miradas al azar encantando a cualquier descuidado que ande por ahí, incluyéndome entre uno de ellos. 
Aún no he encontrado ojos iguales a ese par, será por que septiembre viene de un lugar lejos de aquí y debo decir que todo el mundo por estos lares tiende a ser lo mismo o a querer ser lo mismo que los demás.

Septiembre tiene una linda sonrisa, aunque no sabe que la tiene y le da vergüenza sonreír frente a todos. Descubrí que hace un pequeño gesto con su nariz cuando sonríe sin riendas, un gesto que a mi me parece encantador y que, a sabiendas de equivocarme, nadie más ha descubierto en septiembre

Septiembre tiene el cabello largo y lacio, aunque se riza un poco cada vez que lo acaricio, creo que por eso nunca le ha gustado que le toque mucho tiempo el cabello. De alguna manera creé que la forma en como se riza su cabello hará que luzca horripilante. Me parece absurdo que septiembre piense así, sabiendo todas las cualidades que posee, pero en fin, ese es el pensamiento de septiembre, no el mio.

Septiembre nunca ha gustado mucho de platicar, siempre cuida de no hablar de más, no quiere que las personas sepan de la vida que sólo le comparte a quien lo merece. Septiembre siempre ha sido más de hechos que de palabras, como si estás fueran cosa de brujería. He llegado a pensar que teme a decir algo de lo que puede arrepentirse, pero no imagino que cosa podría ser, nadie podría imaginarlo.

Tal vez sea por eso que siempre se levantaba muy temprano y con mucha urgencia de irse cada vez que se quedaba en casa, tal vez no quería sentarse a platicar por la mañana como los demás lo hacen, pero así es septiembre y así sucedieron las cosas.

A septiembre le gusta el café sin azúcar y muy muy caliente, una vez me quemé la lengua tratando de tomar de su taza y casi vomito por la amargura del sabor, pero aquella vez, septiembre me regalo una sonrisa de esas que sólo a mi me da. Una sonrisa de guardar para siempre.

Tan bonito que es hablar de septiembre aunque a ella no le guste, pero ha de saber que ya sólo es un recuerdo. 
Y hoy, hoy recordé a septiembre, aunque sea por un rato.


lunes, 13 de mayo de 2013

THIS GIRL

AYER ME PASÓ ALGO INCREÍBLE.

Hace algunos días varios amigos me invitaron a una fiesta que iban a organizar por el cumpleaños de una amiga. La verdad es que a mi no me gusta mucho estar de fiesta pero acepté ir porque no había nada mejor que hacer. Resultó ser que la fiesta fue en una casa enorme a la orilla del mar, con playa privada y alberca propia. La playa estaba poca madre, ya sabes, de esas playas donde la arena es blanca y fina, y donde el agua es perfectamente clara y de un azul intenso, uno de esos lugares que a todos nos gustaría frecuentar más seguido, o mejor dicho, que no nos gustaría dejar.

Ya de noche, salí a la playa a tomar un poco de aire fresco, miré a mi alrededor y me dí cuenta que no había absolutamente nadie cerca de mi y pues me recosté un rato para descansar del ambiente y el ruido de dentro de la casa. Miré mi reloj, eran las nueve y diez, así que decidí que ya era hora de regresar a la fiesta; pero antes, me tomé la libertad de disfrutar un poco más de la playa y las olas. La verdad es que, quien sabe hasta cuando volvería a estar en un lugar así. y me dije "ok unos cinco minutos y me voy adentro por otra chela".

Estaba ya levantándome y a punto de irme cuando escuché que alguien repetía mi nombre como buscándome con cierta prisa. "En la madre, de seguro uno de estos idiotas ya está pedo y está haciendo su desmadre" -pensé. Así que rápidamente me paré a ver qué pasaba y alcancé a vislumbrar a lo lejos la figura de una mujer caminando como apresurada hacia mi. Al cercarse un poco más me dí cuenta de quien era. 

ÉSTA MUJER, ÉSTA MUJER DE MIS SUEÑOS.

Ésta mujer que todos fantaseamos con tener, tal vez alguien que viste en una revista, que viste en alguna película o en televisión, tal vez alguna conocida o tal vez una amiga. Tal vez sólo sea alguien que viste alguna vez en la calle y que sólo conoces físicamente, pero que no le pides nada más porque es increíblemente hermosa. Ella era amiga de una ex novia y nunca hablé mucho con ella, pero me parecía guapísima, así que me sorprendió por completo que corriera a abrazarme como si fuéramos amigos cercanos de hace mucho tiempo.

Y allí estaba ella, abrazándome muy fuerte, como si no quisiera dejarme nunca. Al momento que se separó de mi y me miró a los ojos no dejaba de pensar "Dios, es hermosa". Estuve platicando con ella mientras caminábamos por la orilla de la playa por un buen rato, dejando que el agua pasara sobre mis pies para distraerme un poco del hecho de que estaba caminando a solas con ella, con la mujer de mis sueños. Este hecho que me ponía bastante nervioso, aún a pesar del par de cervezas y los tragos que había tomado antes. ¿Y cómo no me iba a poner nervioso?, si ella usaba un bikini verde olivo bastante pequeño y que le hacía lucir toda la belleza de su cuerpo, la cual es comparable con la de su rostro.

En mi mente sólo repetía tres palabras una infinidad de veces "dios es guapísima, dios es guapísima, dios es guapísima, dios es guapísima..." al punto de dejar de ponerle atención a la plática que teníamos, cuando de repente me dijo "oye, tal vez deberíamos de ir adentro, está haciendo algo de frío".
Todavía no logro recordar como, pero entramos a la casa, agarramos algunas cervezas y subimos a un cuarto. Cuando entramos al cuarto, ella inmediatamente cerró la puerta con llave, tratando de hacerlo discretamente, como queriendo que yo no lo notara, y después de eso, entró al baño. Yo por mi parte destapé una cerveza y traté de ponerme cómodo, aunque era algo difícil habiéndome dado cuenta de lo que ella había hecho con la puerta. Sólo quedé preguntándome a mi mismo ¿Por qué habrá cerrado la puerta con seguro?, cuando de pronto todas mis preguntas de esa noche fueron respondidas.

Ella apareció. El cabello suelto, un leve toque de maquillaje, nada vulgar, cosa leve, casi tan leve como la ropa que llevaba puesta. Ninguna. Ella apareció frente a mi tan perfecta como sólo ella podía estar, desnuda, siendo ella misma, esperando ver el cómo reaccionaba a tal revelación.
No existe evento más inolvidable en toda mi vida, como aquel instante en que me vio a los ojos y me preguntó "Ian, ¿será posible que alguien como yo te pueda llegar a gustar?".

DIOS MIO.
Mi mente se puso en blanco y me quedé sin palabras. Ella se presento desnuda ante mi, tan tierna, tan sublime, tan dulce y era hermosa, era tan hermosa, que luego de recorrerla entera con la mirada, sólo quise mirarle los ojos. Después de todo el embrollo mental, aclaré mis ideas y simplemente la besé. Algo debió  haber pasado dentro de mi, alguna clase de magia, porque no quise ni volví a pensar en besar ninguna otra parte de ella más que sus labios.
Luego, súbitamente, paró en seco uno de mis besos, se enserió y tomó fuertemente mis manos.
Fue entonces cuando ella me dijo "Ian, tú también eres la persona de mis sueños". Y desperté.